La micropolítica se constituye en una estrategia
de resistencia al poder, la que no es necesariamente pensada en términos
violentos. Se lucha entonces en lo micro, porque es allí donde más se
reproducen las formas fascistas del capitalismo.
Se puede entender también como una especie de política
a pequeña escala o anti institucional que tiende a disminuir la importancia de
lo macro político, ofreciendo herramientas para llegar a la emancipación más
allá de las formaciones sociales.
Deleuze ha explorado un
camino libertario de la no-violencia a través de su idea de la micropolítica.
La primera definición que entrega sobre
el término de micropolítica se encuentra
en su libro “Diálogos” en donde lo presenta
como el rol minoritario de grupos de personas e individuos y la oposición de
éstos a las grandes instituciones mayoritarias y estables, incluyendo al
estado.
Joseph Blase en 1991
construyó una definición extraída de la extensa bibliografía existente sobre el
tema: “La micropolítica se refiere al uso del poder
formal e informal por los individuos y los grupos, a fin de alcanzar sus metas
en las organizaciones. En gran parte, las acciones políticas resultan de las
diferencias percibidas entre los individuos y los grupos, unidas a la motivación
por usar el poder para ejercer influencia y/o proteger. Aunque tales acciones
están motivadas conscientemente, cualquier acción, consciente o
inconscientemente motivada, puede tener una relevancia política en una
situación dada. Tanto las acciones cooperativas y conflictivas como los
procesos forman parte del dominio de las micropolíticas”[1]
Félix Guattari y Suely Rolnik en “Micropolítica.
Cartografía del deseo” la definen de la siguiente forma: "La
micropolítica tiene que ver con la posibilidad de que los agenciamientos
sociales tomen en consideración las producciones de subjetividad en el
capitalismo, problemáticas generalmente dejadas de lado en el movimiento
militante."[2]
http://www.ugr.es/~recfpro/rev61ART2.pdf